Me indigno, si, durante casi todo el día, aún cuando me muestre amable y serena mientras atiendo a los clientes tras el mostrador; agradecida por tener de nuevo un trabajo, por poder mantener mi equilibrio económico de obrera, por saber que todavía puedo volver a casa sin miedo al desahucio, como le ocurre a tantos otros seres humanos, que cayeron de la acera y se ahogan en el más absoluto desamparo. Y por eso me indigno, también conmigo, agarrada al bordillo con todas mis fuerzas, porque no he salido a la calle a manifestarme, ni he acampado pacíficamente en cualquiera de las plazas convocadas, ni he votado, a pesar del desencanto, ese que devino impotencia y acabó en permanente indignación. Porque es de justicia, generar actos de rebeldía ante la prepotencia, la impunidad y la violencia; Por eso, entre otras muchas cosas, me indigno.
“En nuestros dias, los viajeros tienen demasiada prisa por llegar, por llegar a toda costa, pero no se llega solamente al final del camino...En cada etapa se llega a alguna parte...a cada paso se puede descubrir una cara oculta de nuestro planeta... basta con mirar... basta con desear... con creer... basta con amar...” ( Amin Maalouf.)
Cuando los blancos vinieron a Africa, teníamos la tierra y ellos tenían la biblia; nos enseñaron a rezar con los ojos cerrados. Cuando los abrimos, los blancos tenían la tierra y nosotors la biblia ( Jomo Kenyatta)
la sonrisa imaginada, intuida, esperada, en cualquier caso, la sonrisa lo primero...luego, una palabra, un abrazo, una mirada, un gesto, un cariño...no necesariamente por este orden ni todo a la vez.