viernes, 19 de octubre de 2012

dramas... menores????




Así pues, sin saberlo, heredamos la incapacidad hacia la tragedia, y la predestinación a la forma menor del drama: porque en nuestras casas no se acepta la realidad del mal, y esto aplaza hasta el infinito cualquier desarrollo trágico y desencadena la larga ola de un drama mesurado y permanente ______ el humedal en el que hemos crecido.
Es un hábitat absurdo hecho de dolor reprimido y censuras cotidianas. Pero nosotros no podemos darnos cuenta de cómo es de absurdo porque como reptiles de ese humedal conocemos solo este mundo, y el humedal es para nosotros la normalidad.
Por eso somos capaces de metabolizar increíbles dosis de infelicidad confundiéndolas con el necesario discurrir  de las cosas  : no sentimos la sospecha que esconden heridas por curar y fracturas por reconstruir .


martes, 2 de octubre de 2012

lo he hecho!!

No me gusta la penumbra que se instala  en casa los primeros atardeceres del otoño; es pesada, mate,  cubre el desmayado rayo de sol que inicia su letargo y trae el frío, el advenimiento de otro ocaso,  de otro cambio.
No me gusta la duda, aunque vivo  casi permanentemente en ella , pero tanto más  me asusta la certeza y ya la siento  cerca.
Tampoco me gusta la rutina, pero invoco su vuelta para agarrarme a los viejos hábitos, y soslayar  el inexorable momento de  la decisión.
Ni  Duna ha encajado demasiado bien el anuncio  de  mi vuelta a Nepal

miércoles, 26 de septiembre de 2012

sábado, 14 de julio de 2012

liquen



El liquen en la piedra, 
enredadera de goma verde,
enreda el más antiguo jeroglífico,
extiende la escritura del océano
en la roca redonda.


La lee el sol,
la muerden los moluscos,
y los peces resbalan de piedra en piedra
como escalofríos.


En el silencio sigue el alfabeto
completando los signos sumergidos
en la cadera clara de la costa.


El liquen tejedor con su madeja
va y viene sube y sube
alfombrando la gruta de aire y agua
para que nadie baile sino la ola
y no suceda nada sino el viento.


Las piedras del cielo
Pablo Neruda, 1970




jueves, 21 de junio de 2012


Huelga

Quiero una huelga donde vayamos todos.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.

Quiero una huelga
de obreros de palomas
de choferes de flores
de técnicos de niños
de médicos de mujeres.

Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance. 
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj ,las fábricas
el plantel, los colegios
el bus, los hospitales
la carretera, los puertos.

Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.


miércoles, 25 de abril de 2012

Recuerdo el frío

 Recuerdo el frío; de febrero; del norte; el gélido viento erosionando mis esquinas; el sol mudo y pálido contemplando mi naufragio; los pies trazando un surco de resistencia, acercándome sin remedio a la sima del dolor; la rampa, la puerta que cede a mi presión; la melena de mi hermana me envuelve el rostro y nuestras lágrimas se hacen compañía en el abrazo.

Recuerdo los siguientes pasos; tristes, ineludibles; la sala inmensa y su figura menuda, ingrávida, recortada sobre el fondo de la cortina azul ; ausencia; dolor:  dolor primigenio; sobrecogedor. Y la paz, en cada una de sus partículas más fundamentales recorriendo su gesto, ahora extraño y fugitivo, permitiendo conciliar su pretérita agonía con mi futuro vacío.

Y recuerdo las horas siguientes ; fragmentadas; mal trazadas; la tristeza de mi madre jugando con su entereza; la sucesión de rituales pautados; y esa certeza aún esquiva gruñendo con estridencia la pena sentenciada.

Y no recuerdo la primera vez que le ví.... debo resignarme a la última; por eso callo, me escondo hacia mí y salgo de nuevo al escenario; pero el duelo duele, se escarcha en las venas y crepita en el aire; lloro, y le quiero, quiero mucho a mi padre.



lunes, 17 de octubre de 2011

Yo, paro.

Su primera frase después de un apretón de manos resbaladizo, incluía la palabra estabilidad, que en su boca sonó como la amenaza de un disparo; le siguieron honestidad, confianza, comunicación, vocación, vanguardismo ( ahí una sonora carcajada interior me hizo apretar los labios para disimular ) todas ellas encajadas en un monólogo que duró una hora, larga, densa y en la que pude constatar la capacidad de sus ojos que giraban como dos esferas de hielo, para no verme. Y yo, no podía dejar de sentirme rara ante un tio gilito de barrio, disfrazado de propietario pequeño-burgués en un despacho en el que, el intento por hacerlo agradable había sido en vano.
Mientras, mi cerebro estupefacto, ensayaba alguna respuesta que estuviera a la altura ( más o menos a ras de suelo) de las circunstancias; apenas si balbucí algún por supuesto, o para no repetirme, dos claro, claro, garabateando una sonrisa ahorcada en mi rostro ysintiendo el incesante martilleo de unas enormes ganas de largarme.
Sin apenas punto y aparte, el discurso se transformó en propuesta, a juzgar por la máscara que esgrimió, altamente interesante para mí (aunque en realidad sólo lo era para él) y que no acerté ni a contradecir, sumida en la más absoluta indefensión , hurgando en mis buenas formas, y recordándome la necesidad de encontrar un trabajo.
Salí del despacho con la sensación de no haber estado en mi, muñeca de trapo , ingenua aprendiz de hormiga , incapaz de discernir si debía estar agradecida o cabreada.
Por suerte, J. resumió el final de la historia: Si te vas a trabajar a McDonalds, te saldrá más a cuenta.

Bueno. He vuelto. No sé si en mi mejor momento, pero valga como punto de partida , el intento .