A todas luces imperfecta, suspendida en arte y magia,
ejecuto el anhelo por perpetuar
el mientras, el durante, renunciando al así sea.
Fallido puede que sea ese intento, pero delicioso es imaginarlo,
tan eterno,
como una cadena de instantes serenos,
goteo que permite delimitar el dintel de mis abrazos.
Sutil construcción de velos engarzados, exentos de prisa
y por ello,
casi pintados,
con absoluta predisposición a la tregua,
a la mirada calmada,
que acaricia aún sin palabras
los entresijos de una soledad,
a menudo armada.
Y ese núcleo, enmarañado en su justa medida,
esencia de los instintos más simples, escrupulosamente inexactos,
se despereza espléndido y generoso espolvoreando con delicadeza
la ternura, hilos de alegría,
y apenas si,
unas gotas de alevosía.
Seguir el balanceo de círculos y aristas redondeadas,
compleja ecuación que
sin embargo
solo se nutre de ganas, por continuar,
una y mil veces
(como dice Drexler)
amando la trama más que el desenlace.