lunes, 17 de octubre de 2011

Yo, paro.

Su primera frase después de un apretón de manos resbaladizo, incluía la palabra estabilidad, que en su boca sonó como la amenaza de un disparo; le siguieron honestidad, confianza, comunicación, vocación, vanguardismo ( ahí una sonora carcajada interior me hizo apretar los labios para disimular ) todas ellas encajadas en un monólogo que duró una hora, larga, densa y en la que pude constatar la capacidad de sus ojos que giraban como dos esferas de hielo, para no verme. Y yo, no podía dejar de sentirme rara ante un tio gilito de barrio, disfrazado de propietario pequeño-burgués en un despacho en el que, el intento por hacerlo agradable había sido en vano.
Mientras, mi cerebro estupefacto, ensayaba alguna respuesta que estuviera a la altura ( más o menos a ras de suelo) de las circunstancias; apenas si balbucí algún por supuesto, o para no repetirme, dos claro, claro, garabateando una sonrisa ahorcada en mi rostro ysintiendo el incesante martilleo de unas enormes ganas de largarme.
Sin apenas punto y aparte, el discurso se transformó en propuesta, a juzgar por la máscara que esgrimió, altamente interesante para mí (aunque en realidad sólo lo era para él) y que no acerté ni a contradecir, sumida en la más absoluta indefensión , hurgando en mis buenas formas, y recordándome la necesidad de encontrar un trabajo.
Salí del despacho con la sensación de no haber estado en mi, muñeca de trapo , ingenua aprendiz de hormiga , incapaz de discernir si debía estar agradecida o cabreada.
Por suerte, J. resumió el final de la historia: Si te vas a trabajar a McDonalds, te saldrá más a cuenta.

Bueno. He vuelto. No sé si en mi mejor momento, pero valga como punto de partida , el intento .

viernes, 27 de mayo de 2011

me indigno




Me indigno, si, durante casi todo el día, aún cuando me muestre amable y serena mientras atiendo a los clientes tras el mostrador; agradecida por tener de nuevo un trabajo, por poder mantener mi equilibrio económico de obrera, por saber que todavía puedo volver a casa sin miedo al desahucio, como le ocurre a tantos otros seres humanos, que cayeron de la acera y se ahogan en el más absoluto desamparo.
Y por eso me indigno, también conmigo, agarrada al bordillo con todas mis fuerzas, porque no he salido a la calle a manifestarme, ni he acampado pacíficamente en cualquiera de las plazas convocadas, ni he votado, a pesar del desencanto, ese que devino impotencia y acabó en permanente indignación.
Porque es de justicia, generar actos de rebeldía ante la prepotencia, la impunidad y la violencia;
Por eso, entre otras muchas cosas, me indigno.

domingo, 20 de marzo de 2011

revuelo de velos


Bam caería, engullida por el terremoto, escasas dos semanas después de que aterrizáramos en Teherán. No llegué a verla; las prisas de ese viaje, no la incluían en el programa.
Ya en la cabina del avión, me cubro con el pañuelo, y abrocho mi abrigo largo y negro. Iniciamos un leve recorrido por una Persia uniformada, mate, negro sobre negro, de los velos, del petróleo, del caviar, una Persia fundamentalmente asfixiada, señalada como la enemiga preferida de un Occidente al otro extremo, expectante. Y me siento aunque no soy, una mujer diferente, estupefacta ante el vuelco inesperado de derechos y tratos en mi particular concepto de dignidad. Nunca antes me he sentido una turista tan accidental, luchando con mis prejuicios, muchos nutridos por tantos telediarios, acatando normas, privilegiada por extraña, porque mi sumisión terminaría al cabo de una semana;
Ellas, conforman un microcosmos tapado, rostros que solo son ojos, lenguas de velos negros que resbalan por las calles, ni una pierna con medias, las manos enguantadas, algunos flequillos se rebelan asomando bajo los mantos, pero se respira un aire denso, como si un dios vengativo espada en alto, oteara sin descanso para que su ley se cumpliera.
Y oculta ,paseo mi mirada, me siento minúscula ante la tumba de Darío, insignificante entre columnas y bajorrelieves en Persépolis, poeta de versos cuneiformes en el caravasar de Shiraz, princesa con mil velos entre los palacios que rodean la plaza de Ispahán, fascinada por ese derroche de historia, mosaicos maravillosos en las cúpulas…., y me oculto tras un velo prestado para entrar en las mezquitas, algo parecido en los bares, donde también tengo acceso incluso por la misma puerta que ellos, aunque en alguno, nos releguen al rincón tras la cortina, amables pero marginando.
En algún reducto solo para turistas, mi melena respira libre de la mordaza y ceno casi como en casa; unas horas de albedrío para reconocerme, y vuelta a la cortina que me excluye, en un mundo que no puedo entender, que piso pero no vivo, que me divide, contradictoria entre el respeto y el desconcierto.
Y se ha hecho corto, apenas si hemos rozado la coraza de esta tierra antigua, cuando me quito definitivamente el pañuelo, y vuelvo a interpretar mis gestos de mujer libertaria, a mis normas, a lo que tengo y lo que me falta, pero en algunas moléculas de mi memoria, permanece la sombra de un velo negro, largo.

Fotos: Persépolis, Irán. Noviembre 2003

viernes, 4 de marzo de 2011

sueños en la batalla

Se muere; Pablo se muere más deprisa de lo habitual; porque en su vientre, la batalla sigue enviando partes de rendición, inmune a las tres operaciones y al doloroso tratamiento al que se somete cada segunda semana de mes. Desde sus ojos oscuros, que brillan la vida que se le niega, procura convertir en sueños el teatro de su día a día, con grandes dosis de optimismo mientras, en su alrededor más próximo, la preocupación finge una normalidad que solo se soporta por la ternura que genera.
Ha aceptado el nuevo cargo de director ejecutivo, desatendiendo consejos, empujado por ese espíritu entre suicida y heroico que solo pueden asumir los seres excepcionales. Sabe que con ello, un halo de admiración cubrirá junto con alguna que otra envidia, la mirada callada de sus subalternos, los mismos que esperarán cualquier descuido para buscarle la nuca y lanzarle el estoque definitivo. No saben, ingenuos, que quien duerme con la muerte agarrada a la piel, soslaya con inusitada elegancia, las conspiraciones de cortesanos urbanos, que juegan a las batallitas con sus trajes hechos a medida.
Eso piensa en el interior del coche oficial que lo traslada de la tediosa reunión hasta casa, y los últimos 20km. le sirven de improvisada pista de aterrizaje, a la que lanza la máscara con que se viste cada mañana.
Marcelo ha preparado la cena, ha encendido la chimenea, y fuma en la terraza el primer cigarrillo a conciencia, cuando el haz de luz del coche dobla la esquina y perfila su figura delgada en pijama y zapatillas; hace tiempo que guardó sus sueños junto al cuaderno y los pinceles, para morirse también, pero lentamente; nadie se lo pidió, no hizo falta, bastaron escasos tres segundos desde que leyera el primer diagnóstico, levantara sus ojos tras los que un universo de lágrimas con rabia se contenía y viera a Pablo que de asustado, apenas si se sostenía en la silla de la consulta, para que de sus manos, se iniciara un abrazo de amor que los rescataba a ambos de la inminente caída.
Apaga el cigarrillo, con gesto despreocupado se alisa la camiseta, y dibuja una acuarela de sonrisas en su boca, la misma desde la que nace una sentida bienvenida:
- Buenas noches cariño ¿qué tal ha ido el día?.

martes, 1 de marzo de 2011

Hay risas que matan

No, no puedo dejar pasar esto; al menos sin comentarlo. Que llevo la bilis revolviéndose en mi boca, y no, no puedo con esto….
Gadafi, el último depredador se ríe, con esperpéntico cinismo tras la pregunta de un periodista; qué importa cuál es la pregunta, lo que duele, lo que hiere hasta la vergüenza, es esa impostura, ese endiosamiento de un ser abyecto, que premeditada y sistemáticamente aniquila a un pueblo, al que con soprendente facilidad encumbra a la categoría de “suyo” y mártir, jactándose de una sumisión tan falsa, como la tranquilidad con la que intenta tapar su holocausto particular.
Y no, no deja de rebotarme esa carcajada asesina, hueca, provocadora, y ya ni quiero preguntarme cómo se puede tolerar eso, que con un pescozón inocente no se paran asesinatos, ni se detiene la maquinaria de un personajillo indecente que desde su púlpito ensangrentado amenaza, mano decapitadora en alto con un apocalipsis que ya, en su diezmada tierra se viene fraguando.
Por eso, porque mi impotencia crece al unísono con mi rabia le digo:

¡haga el favor de suicidarse!

lunes, 21 de febrero de 2011

البتراء al-Batrā´





Salimos del albergue temprano; un más que sencillo hostal con una decoración en evidente desencuentro entre el estilo árabe y el cutre-occidental con un nombre de cómico maridaje : Cleo Petra, al que habíamos llegado la noche anterior y en cuyo salón-recepción un televisor pasaba repetidamente las escenas de “Indiana Jones y la última cruzada” ; un todavía joven y gesticulante Harrison Ford, realizaba hazañas increíbles en un escenario que ya se dibujaba a escasa distancia . Qué lejos sin embargo, se nos aparecía esa pátina hollywoodiense siempre tan pendiente del maquillaje.
Decía pues, que salimos; Wadi Musa, había despertado hacía ya horas, tras el canto del almuecín, y la cotidianeidad de sus habitantes se acomodaba un día más a las invasiones bárbaras que enfilábamos el camino hacia la puerta de entrada; me sentí arrastrada por esa masa de visitantes que habían tenido la original idea de llegar el mismo día y a la misma hora… pero supe de inmediato que el lugar era lo importante.
El azar al que siempre quedo agradecida, sea cual sea el momento y el viaje, volvió a mostrarse generoso. Apenas habíamos iniciado el mágico recorrido por el desfiladero de el Sîq, cuando un silencio profundo y atávico descendió en picado por la angostura de las extrañas siluetas de arenisca. Callamos; ingentes cantidades de alegría desbordaron la geografía de mis surcos dactilares que rozaban la piel rugosa de sus formas voluptuosas, canalizaciones de agua, huellas de nabateos, de caravanas con aroma de incienso, cargadas de especias y de sedas exóticas…. Seguimos.
Me lo habían dicho muchas, muchas veces, pero mi pupila, estalló tras el visor de la cámara cuando un primer atisbo, me anunció la inminente llegada del arrebato que se me prendió en el alma.
El Tesoro, el mejor nombre imaginado, se revelaba imperturbable a los siglos y a las miradas, pareciera que recién esculpido por un orfebre y sin embargo tan estrepitosamente milenario.
Tres clics no, muchos más ejecutaron mis pestañas, bailando al ritmo de mi banda sonora interna, que compuso la melodía que aún hoy, tras tantos años, me acompaña.

Fotos: El Tesoro al final de El Sîq. PETRA. (Jordania)
Iliamehoy octubre de 2000

jueves, 10 de febrero de 2011

al otro lado de la cana


Siendo niña, cuando no contaba los días, ni los años, en mis sueños multicolor, imaginaba ser poseedora de extraños poderes ,que me permitían ser invisible… sin más; utilizaba tan magnífico don, para creerme distinta, libre para observar y actuar, espontánea, feliz, sin temor a ser juzgada.
Jugaba en el patio de mi vida inocente, a sentirme indiscutiblemente específica , creciendo, qué remedio, pero aún al compás de mis fantasías, obediente a tiempo completo, con algún que otro conato de pataleta rebelde que no dejaba de ser graciosa .
Despertaron puntualmente las hormonas, los granos, los motines internos y los sueños se pusieron a llorar, conmigo, contra mí, contra el mundo, contra un cuerpo en pleno desajuste de formas , en una caída sin fondo, exigiendo la invisibilidad como derecho fundamental , de los seres a los que una simple mirada directa, podía suponer la condena eterna.
Costó, pero también eso pasó. Parecía el momento ideal para reconstruir ideas, engendrar utopías e incluso para hacer planes. Era hora de mostrarse, salir a desfilar por la pasarela y pillar cualquier oportunidad, o algo que se le pareciera: trabajo estable, realización profesional, opción política, novio,( ¿o era marido?) los ahorros… Algo de eso hubo, o tal vez demasiado, porque el hastío asomó su hocico fétido y colgó el cartel de completo; volví a ser invisible, demasiados años, que ahora ya contaban como dardos envenenados en mi almanaque íntimo, mientras los números rojos brillaban como farolillos en mi particular balance de pérdidas y ganancias.
Y los sueños para después de la cena, ya en la cama, justo entre la lista de lo que toca mañana y qué será de mi vida.
Pero los tuve, si, algunos resistieron el embate y cristalicé su esencia para que adornaran el intersticio entre mi realidad y mis ganas; y desperté, aparentemente indemne tras la batalla, tuve constancia de mí, ví al destino presto a dibujar el perfil de mi espalda, observando el azul y la calma de un mar con reminiscencias helénicas, y quise ,desde lo más profundo libar poro a poro y despacio, la vida que aguardaba al otro lado de mis canas.

lunes, 31 de enero de 2011

amar la trama


A todas luces imperfecta, suspendida en arte y magia,
ejecuto el anhelo por perpetuar
el mientras, el durante, renunciando al así sea.

Fallido puede que sea ese intento, pero delicioso es imaginarlo,
tan eterno,
como una cadena de instantes serenos,
goteo que permite delimitar el dintel de mis abrazos.

Sutil construcción de velos engarzados, exentos de prisa

y por ello,
casi pintados,
con absoluta predisposición a la tregua,
a la mirada calmada,
que acaricia aún sin palabras
los entresijos de una soledad,
a menudo armada.

Y ese núcleo, enmarañado en su justa medida,

esencia de los instintos más simples, escrupulosamente inexactos,
se despereza espléndido y generoso espolvoreando con delicadeza
la ternura, hilos de alegría,
y apenas si,
unas gotas de alevosía.

Seguir el balanceo de círculos y aristas redondeadas,

compleja ecuación que
sin embargo
solo se nutre de ganas, por continuar,
una y mil veces
(como dice Drexler)
amando la trama más que el desenlace.

viernes, 14 de enero de 2011

eso, solo eso....


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Al final comprendí que no sabías de puzzles......




domingo, 9 de enero de 2011

vidas y alas










Algunos prefieren seguir una estrella conocida, que no se mueva, en perfecto orden, sin salirse de la fila….
Otros, aún agarrados a la norma, miran hacia otro lado, quizás sólo dudan, pero arriesgan nuevas formas….








También aquellos de hermosura imperfecta, desafían el equilibrio y sobreviven con estilo propio entre hermanos con más suerte, pero tampoco ajenos a la tristeza....









Los hay que dibujan imposibles, retando armonías nuevas, intrépidos ,aparentemente invencibles, minimizando a los que conservan temores y tan sólo aciertan a desplazarse con pasos cortos, maestros en objetivos tangibles.

Asimismo las masas ordenadas, siguen la ley pluscuamperfecta, aunque la vida siempre permite la algarabía de los que seguimos buscando otros lugares posibles .