Abro la puerta, como cada mañana, y entro en ese maravilloso mundo infantil.
Plena actividad en la guardería, me coloco el delantal verde y tomo un pañuelo limpio de la estantería. Una nueva jornada me espera: tashi delek!!!! digo al tiempo que uno mis manos y las llevo a mi barbilla, me siento en la alfombra y empiezo a abrazarlos; unos juegan, otros corren, y la mayoría llora por ver marchar a su mamá. De entre todos, Pema llora más y más fuerte … sus piernecillas apenas rozan el suelo, aprisionada en el caminador que la mantiene suspendida en la desesperación. No puedo evitarlo, se me encoge el corazón y me acerco; al momento extiende sus brazos buscando la salvación; me contengo, sé que no puedo… y la acarico mientras intento secar ese manantial de lágrimas que desciende imparable de sus ojos rasgados. Es tan pequeña, tan bonita, y parece tan vulnerable! Me sé perdida y ella, también tiene la certeza de que mi resistencia está a punto de doblegarse. Tres lágrimas más y ya la tengo entre mis brazos … ay!!!! El llanto cesa con la misma rapidez que me invade la maravillosa sensación de tener a ese ser menudo rozándome el corazón; me mira , seria, desde su mundo particular, y se agarra a mi y a mi alma sin remedio. La abrazo fuerte, la mimo, su contacto me nubla la piel, salta barreras, me ilumina, me conmueve, me regala alegría….
Sé que todo volverá a empezar tan pronto la devuelva a su silla, mientras cantemos, juguemos a la pelota, cambiemos pañales, coman su puré, cuando todos ya estén durmiendo envueltos en sus mantas….. Pema continuará con su concierto particular, reclamando la atención, incluso cuando ya me despida, con el corazón encogido y sin haber vislumbrado siquiera, un esbozo de su sonrisa.
Plena actividad en la guardería, me coloco el delantal verde y tomo un pañuelo limpio de la estantería. Una nueva jornada me espera: tashi delek!!!! digo al tiempo que uno mis manos y las llevo a mi barbilla, me siento en la alfombra y empiezo a abrazarlos; unos juegan, otros corren, y la mayoría llora por ver marchar a su mamá. De entre todos, Pema llora más y más fuerte … sus piernecillas apenas rozan el suelo, aprisionada en el caminador que la mantiene suspendida en la desesperación. No puedo evitarlo, se me encoge el corazón y me acerco; al momento extiende sus brazos buscando la salvación; me contengo, sé que no puedo… y la acarico mientras intento secar ese manantial de lágrimas que desciende imparable de sus ojos rasgados. Es tan pequeña, tan bonita, y parece tan vulnerable! Me sé perdida y ella, también tiene la certeza de que mi resistencia está a punto de doblegarse. Tres lágrimas más y ya la tengo entre mis brazos … ay!!!! El llanto cesa con la misma rapidez que me invade la maravillosa sensación de tener a ese ser menudo rozándome el corazón; me mira , seria, desde su mundo particular, y se agarra a mi y a mi alma sin remedio. La abrazo fuerte, la mimo, su contacto me nubla la piel, salta barreras, me ilumina, me conmueve, me regala alegría….
Sé que todo volverá a empezar tan pronto la devuelva a su silla, mientras cantemos, juguemos a la pelota, cambiemos pañales, coman su puré, cuando todos ya estén durmiendo envueltos en sus mantas….. Pema continuará con su concierto particular, reclamando la atención, incluso cuando ya me despida, con el corazón encogido y sin haber vislumbrado siquiera, un esbozo de su sonrisa.