Así pues,
sin saberlo, heredamos la incapacidad hacia la tragedia, y la predestinación a
la forma menor del drama: porque en nuestras casas no se acepta la realidad del
mal, y esto aplaza hasta el infinito cualquier desarrollo trágico y desencadena
la larga ola de un drama mesurado y permanente ______ el humedal en el que
hemos crecido.
Es un
hábitat absurdo hecho de dolor reprimido y censuras cotidianas. Pero nosotros
no podemos darnos cuenta de cómo es de absurdo porque como reptiles de ese
humedal conocemos solo este mundo, y el humedal es para nosotros la normalidad.
Por eso
somos capaces de metabolizar increíbles dosis de infelicidad confundiéndolas
con el necesario discurrir de las cosas : no sentimos la sospecha que esconden heridas
por curar y fracturas por reconstruir .