Quiero a mi padre… lo adoro. Lo miro, con cariño, tendido en esa cama, bajo la mortecina luz blanca , empequeñecido, indefenso, acurrucado entre sábanas y tubos…
Se me pellizca el alma y el olor del dolor ajeno se agarra a mi… esos pasillos de hospital me aplastan, ese aséptico escepticismo que adivino en las miradas del personal, corrobora mil escenas de sufrimiento y soledad que a diario se repiten tras las puertas semi-cerradas .
Llevo aprendida la postura y puesta la sonrisa… es el único regalo con el que puedo acariciar su corazón maltrecho, y perezoso a veces.
Sus zapatillas, alineadas bajo la cama, sus gafas, bien guardadas en la funda, su ropa en el armario, el televisor escupe despiadado, mensajes de un mundo supuestamente feliz… pero todo, absolutamente todo se detiene, cuando sus ojos se iluminan al verme aparecer.
DÍAS INVISIBLES
Hace 1 hora
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