Son la 7 de la mañana, y por fin, pisamos el suelo arenoso de Ampanihy
Cargados con las mochilas impregnados de experiencias, caminamos acompañados de un nativo, hasta nuestro lugar de reposo… como un espejismo, aparece ante nosotros al final de una polvorienta y aún solitaria calle, un porche con mesas y sillas, un oasis entre tanta aridez.
El propietario nos recibe y nos ofrece alojamiento: un pequeño bungalow que nos parece la mejor suite jamás imaginada. Antes de desmayarnos en la cama, reponemos fuerzas: huevos fritos con patatas, cerveza y cigarro, pan!!!! mantequilla y té… un desayuno completo que nuestro estómago recubierto por una capa de pastillas Juanola, absorbe agradecido. Llegamos a la habitación y transcurren 3 horas de sueño profundo y reparador, un merecido premio que relaja el cuerpo y acaricia el alma… todo vuelve a su lugar o al lugar que esperamos.
Iniciamos recorrido por la aldea, ausencia de asfalto, cabañas desperdigadas, una enorme iglesia (para variar), y vida huele a vida!!!!!!
Hay muchos niños, en todas partes, no se sabe de dónde salen pero la calle parece su escenario natural.
De pronto, entre todos, unos increíbles ojos color miel, me cautivan, todo desaparece y sólo existe su mirada: es Olivia, dulce, misteriosa, de una belleza increíble… es imposible obtener una foto de ella sola.. decenas de ojos, brazos y sonrisas se interponen entre mi cámara y ella.. gesticulo acaloradamente y olvido por unos instantes dónde estoy, obsesionada sólo con captar sin mirar a través de un frío objetivo pero…..Olivia y sus ojos me observan, me sonríen, me agarra de la mano y su contacto me hace feliz, me permite atrapar sensaciones olvidadas y momentos para el recuerdo.
No puedo dejar de mirarla ni de tocarla, de hacer cualquier cosa esperando su sonrisa, y esa mirada ambarina que traspasa y conmueve. Compartimos “misao” y patatas fritas, muchas miradas, más sonrisas e infinidad de fotos, casi sin palabras …. abrazos alegres y pellizcos al corazón.
Mañana, nuestro autobús impondrá la nostalgia ……
DÍAS INVISIBLES
Hace 1 hora
1 comentario:
Ampanihy, al sud de Madagascar... no conec el sud, però hem va agradar molt llegir el teu escrit perquè hem va recordar les mateixes escenes viscudes de Antananarivo. No i vaig coneixia una Oliva, però si altres multituds de canalla, que com bé dius tenen el carrer com escenari natural. Records alegres, perquè porten una alegria a dins que no te preu, records tristos també, per la misèria que vaig viure de ben a prop. Avui m'has obert l’àlbum dels record... Gracies
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