Abre la verja y mira el mar. La brisa salada le recibe como cada tarde, amable y protectora. Miguel aparca el coche . Han llegado a casa….
Rituales domésticos aliñados con ternura,: el móvil en la mesilla, los zapatos en el pasillo, risas en la cocina y la cama por hacer.
Retales de pereza, calcetines por doblar, baño de caricias a la gata, susurros en el sofá.
Es miércoles y tan felices, el cansancio puede menos, que las ganas de jugar a hacer la vida fácil, a pesar de los resquicios, las dudas, la fragilidad con que a veces las circunstancias envuelven la cotidianeidad.
Tienen una hipoteca, un coche, dos sueldos, un ciprés traído de Grecia, la casa llena de recuerdos y por encima de todas las cosas, Pedro y Miguel, tienen ganas de continuar.
DÍAS INVISIBLES
Hace 10 horas
3 comentarios:
Precioso relato. Hay una canción de Andrés Lewin -"Javi y Pablo", se titula- que abla un poco de ese amor trabado y luchado.
"Sólamente somos diferentes encima de su colchón", canta.
Tu relato va un poco en esa misma línea. Una línea como mucha razón y sentimiento.
Me alegro por ellos.
Que les dure siempre.
Besos.
Pues claro que sí. Una escena de pareja como otra cualquiera; bueno, seguramente un poco más apasionada.
Me ha gustado mucho
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