Llegar a Goli no es cuestion de dinero, solo de tiempo y voluntad...recursos escasos en el mundo del que vengo. Tras 10 horas mal contadas de interminable trotar desde Kathmandu, en autobus, por caminos estrechos, polvorientos, agujereados y de dudosa estabilidad, llego al ultimo punto donde cualquier vehiculo motorizado es capaz.....
A partir de ahi, otros mecanismos deberan ponerse en marcha para conseguir mi objetivo, y esos se reducen basicamente a mis piernas.
Descanso en un minusculo cubiculo forrado de madera, con tejado metalico, limpio y espartano donde recojo mi cuerpo desencajado.
Amanece soleado, el cielo de un azul tan intenso que cambia el concepto de nitidez que mi retina conserva del mediterraneo. Guardo el reloj en un intento titanico por medir el tiempo sin mas argumentos que los del cuerpo y los elementos en su estado mas natural. Iniciamos un vertiginoso descenso pisando un paisaje tan rotundo como hermoso; la mochila empuja mis piernas con mas rapidez de la que soy capaz de seguir. pasa un rato, o muchas horas, siento el cuerpo porque me duele, porque demanda desesperadamente un descanso que parece no llegar, cada recodo enfila con otro, cada escalon parece llevarme hasta lo mas profundo de la tierra.
Y de repente, el valle se abre, mis ojos pasean entre todas las tonalidades de verde posibles... y el sinuoso murmullo de un rio transparente.
Por fin puedo sentarme en un banco, soltar mi carga y comer... parece increible que acciones tan basicas se conviertan en preciosos regalos.
Tras un descanso, me asalta la plena consciencia de lo que todavia me espera... ante mi se alza la montanya, salpicada de casitas y un empinado camino que parece llegar mas alla del cielo.
Me enfrento de nuevo a mi propia resistencia, mi mente y mi cuerpo no consiguen llegar a un acuerdo. Se que debo continuar...pero no puedo: la unica realidad no me deja opcion: hay que seguir.... tan duro es el futuro inmediato como el preterito reciente.
Retales de mis pulmones, parte de mi aliento, todas las maldiciones imaginables que desfilan por el borde de mi lengua y una desconocida fuerza de voluntad van agarrandose a las hojas, los troncos, las piedras, al aire que con dificultad traspasa mis alveolos....
Sin apenas poder creerlo, la cumbre ha dejado de alejarse a cada paso que daba, y en un alarde de extrema generosidad, me acoge, me reconforta, y me permite la sensacion de un reto asumido.
Rozo el cielo y la felicidad a 3000 m. de altitud en unos instantes magicos en los que dejo de ser princesa del asfalto para fundirme en un maravilloso abrazo con el mas puro y genuino territorio sherpa.....
8 comentarios:
Sigue, por favor.
Besos.
Me alegro muchísimo de que te encuentres tan bien a 3.000 metros de altitud y que a tus pies se abran paisajes tan bonitos. Que lo disfrutes... y nos lo cuentes.
Un abrazo
Guau, qué gozada de aire fresco transmite tus palabras!
Besos!
El reto no sólo físico de subir una montaña, sino el reto mental de conseguir un reto y asomarse a 3000 metros del mundo, a un balcón que seguro que enmudeció tus latidos unos instantes.
Espero que nos cuentas más.
Qué maravilla. Tan cerca del cielo y con la voluntad anclada en la vida del paisaje. Con los arroyos guiándote y tus alveolos recordando que ellos sí pueden, que toda tú puedes. Qué precioso texto. Qué alegrí.
Muchos, muchos besos.
Debe faltar el aire, ¿no?
Una experiencia excitante. Sigue contando.
Sigue en ello.
Tu foto me recuerda a mi Asturias amada, que está en todas las montañas del mundo. GRacias por mostrárnosla.
Besos
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