viernes, 4 de marzo de 2011

sueños en la batalla

Se muere; Pablo se muere más deprisa de lo habitual; porque en su vientre, la batalla sigue enviando partes de rendición, inmune a las tres operaciones y al doloroso tratamiento al que se somete cada segunda semana de mes. Desde sus ojos oscuros, que brillan la vida que se le niega, procura convertir en sueños el teatro de su día a día, con grandes dosis de optimismo mientras, en su alrededor más próximo, la preocupación finge una normalidad que solo se soporta por la ternura que genera.
Ha aceptado el nuevo cargo de director ejecutivo, desatendiendo consejos, empujado por ese espíritu entre suicida y heroico que solo pueden asumir los seres excepcionales. Sabe que con ello, un halo de admiración cubrirá junto con alguna que otra envidia, la mirada callada de sus subalternos, los mismos que esperarán cualquier descuido para buscarle la nuca y lanzarle el estoque definitivo. No saben, ingenuos, que quien duerme con la muerte agarrada a la piel, soslaya con inusitada elegancia, las conspiraciones de cortesanos urbanos, que juegan a las batallitas con sus trajes hechos a medida.
Eso piensa en el interior del coche oficial que lo traslada de la tediosa reunión hasta casa, y los últimos 20km. le sirven de improvisada pista de aterrizaje, a la que lanza la máscara con que se viste cada mañana.
Marcelo ha preparado la cena, ha encendido la chimenea, y fuma en la terraza el primer cigarrillo a conciencia, cuando el haz de luz del coche dobla la esquina y perfila su figura delgada en pijama y zapatillas; hace tiempo que guardó sus sueños junto al cuaderno y los pinceles, para morirse también, pero lentamente; nadie se lo pidió, no hizo falta, bastaron escasos tres segundos desde que leyera el primer diagnóstico, levantara sus ojos tras los que un universo de lágrimas con rabia se contenía y viera a Pablo que de asustado, apenas si se sostenía en la silla de la consulta, para que de sus manos, se iniciara un abrazo de amor que los rescataba a ambos de la inminente caída.
Apaga el cigarrillo, con gesto despreocupado se alisa la camiseta, y dibuja una acuarela de sonrisas en su boca, la misma desde la que nace una sentida bienvenida:
- Buenas noches cariño ¿qué tal ha ido el día?.

15 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Marcelo es un ángel.

Besos.

Camy dijo...

Les sostiene el amor. No importa el final ellos han logrado un encuentro que no todos los seres consiguen.El resto, aquellos que buscan nucas o conspiraciones urbanas, cotilleos, ya están muertos.
Hoy me cuesta imaginar una sonrisa. Te mando un beso

virgi dijo...

Entre las batallas con la vida y la muerte, el amor nos da la energía que aquéllas nos niegan.
Escribes tan bien, querida Ilia...
Muchos besos

Dol dijo...

Muchos se van de aquí sin haber tenido este tipo de amor ni de refilón.
Elegante e intenso , como algunas vidas.
Besazo admirado desde la cama.

matrioska_verde dijo...

es merjor ponerse esa máscara de "como si nada" que dejarse llevar por la tristeza y morise antes de tiempo.
¡que jodida es la vida cuando tocan cartas malas!

precioso y triste relato.

biquiños,

pepa mas gisbert dijo...

Cuando uno se muere de a poquitos, los que le quieren lo hacen con él, calladamente.

Isabel dijo...

Una lección para aprovechar la vida, esa que se nos escapa día a día.

Besos

Luis Cano Ruiz dijo...

A veces, a pesar de que todo se desorone, no hay ninguna razón para seguir amando, pues en definitiva todos moriremos alguna vez, y casi seguro todos dejaremos de amar tarde o temprano.

¡Excelente relato!

Cuídate.

Nómada planetario dijo...

Hace falta valor para torear ciertas dolencias.
Besos desde mi burladero.

Juanjo Montoliu dijo...

Uf. Se me ha encogido el estómago. Tremendo relato, Iliamehoy, duro pero lleno de ternura. Me ha encantado.

Besos.

Alex B dijo...

Querida Ilia, sólo desear fuertemente que no te hayas inspirado de alguna realidad cercana para tu magnífico relato.
Como dice Isabel: una lección para aprovechar la vida (y siempre mejor a través de un relato que en carne propia).
Un gran beso

I. Robledo dijo...

Un relato tan estremecedor como bellisimamente narrado...

Felicidades, amiga

Miguel Baquero dijo...

Esos tipos duros y odiosos que tenemos cada día al lado también necesitan de un Marcelo que les consuele y les mime al llegar a casa

Sue dijo...

Bonita historia de amor, que sobrevive a la desolación, las envidias, la muerte...

Un saludo.

Raúl dijo...

"Quien duerme con la muerte agarrada a la piel..." Es preciosa y significativa la frase.