lunes, 10 de agosto de 2009

amores buenos

Pedro apura casi a escondidas, las últimas bocanadas de humo antes de entrar en clase. Apoyado en la pared, otea el horizonte en busca de su falda, ese anuncio de primavera perenne que revolotea gracioso envolviendo sus piernas.
María llega justo a tiempo para inundar de lavanda el corto espacio que juntos recorren hasta llegar al aula ; cada uno en una punta, separados por cuatro sillas, los cuadernos, una goma de borrar con sabor a nata, y los lápices de 12 colores afilados y en guardia. Sus miradas tuercen barreras, y se les clavan directamente en esa porción de alma que se guardan cada mañana. Una hora que recorren en absoluta armonía, emborronando libretas, deshaciéndose en halagos mudos que cruzan la sala, y bebiéndose a sorbos la chispa de la esperanza.
A la salida, mezclados entre sus compañeros, bajan las escaleras hasta el semáforo; el punto de luz para sus encuentros fugaces, un rozarse con las palabras , sin promesas, sólo con ganas; cinco minutos que derraman alegría, abrazos sonoros, y la promesa de un amor que tejieron de su talla.
- Abuelo!!! , que estoy en doble fila!!!!
Pedro reconoce la voz de Cristina al otro lado de la calle, del mundo.
Conjugando labios con mejilla, susurra medio triste:
- hasta mañana, María

11 comentarios:

ybris dijo...

Amores buenos, preciosos como los recuerdos que inundan el peso de los años.
Y al final la despedida convocada por la voz de la realidad.

Una belleza de relato.

Besos.

TORO SALVAJE dijo...

Me has hecho recordar cuando iba a buscar a mi abuelo a un centro donde pasaba las tardes jugando a las cartas.
Buscar a mi abuelo.... un hombre como él que había hecho siempre su voluntad, y finalmente tenían que ir a buscarlo para traerlo a casa.
Menos mal que como mínimo los dos protagonistas de tu relato tienen el amor para endulzarles el final de sus vidas.

Besos.

matrioska_verde dijo...

amor bueno y puro, diría yo... un amor infantil trasladado a la tercera edad... la misma ternura e inocencia.

biquiños,

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Maravilloso, querida Ybris. Tantos Pedros y Marias, y lo has dicho tan bien...
Muy bonito.
Abrazos, sonrisas, carños...

Fernando dijo...

nunca hemos pensado que las emociones tengan edad...verdad?
besos

Anónimo dijo...

Que bello la ausencia de malicia.

Son momentos que nunca vuelven, pero recordarlos puede servir para hacernos un poco mejores.




John W.

Gárgola dijo...

Todo lo que transmite el olor a lavanda y unos ojos que se halagan. Me has emocionado!
Un relato tremendamente bien escrito y tierno.

besos

pepa mas gisbert dijo...

El roce con las palabras es uno de los actos más íntimos que puede existir.

Saludos

Antón Abad dijo...

Un estupendo giro final, que habla de lo imperecedero de algunas emociones. He podido incluso imaginarme lo furtivo de esas miradas. Quizás mañana puedan darle esquinazo a Cristina, o recalar en el semáforo tras una gloriosa pella.

Anónimo dijo...

Me encanta recordar si es para hacerlo así de bien .
Un beso.

GaBiTiTiTa dijo...

hola lindo poema :) me agrada platicar con gente que escribe jejeje pienso que en la escritura puedes ser libre sin límites ni prejuicios felicidades y sigue adelante!!