miércoles, 28 de octubre de 2009

maldita conciencia

Salgo en busca de la independencia, en esa mañana de sábado que huele como nunca a arena de playa, decidida pero sin estar convencida, para ahuyentar los mordiscos de un caos que en mis afueras araña los cristales sucios de mis cosas, de mi casa.
Ya en el parking la tormenta se anuncia en forma de larga cola, de miradas demasiado ávidas a una hora tan temprana, autómatas compulsivos buscando la pieza perfecta que simule al menos una vida con proyectos, en continua reforma, la enésima oportunidad para comprar una república particularmente diseñada.
Las flechas amarillas apenas si subsisten en un suelo poblado de pasos, ríos de almas repartidos por mil ambientes ficticios, salones con pantallas de plasma, baños inodoros, cocinas sin manchas de grasa, dormitorios sin sueños… pero un escenario apetitoso al fin y al cabo.
Niños del primer mundo haciendo piruetas sobre colchones de látex, cortinas tejidas por manos de niños esclavos, mesas de colores más baratas que una vacuna en Africa…. Y yo me contradigo, me arrastro hechizada por un cojín rojo, una vela con olor a vainilla, otra lámpara para mi mesa, el cucharón que me falta…
Y también compro el armario, y esa caja tan bonita, y regreso a la primera planta en busca de esa barra color cava para colgar mis faldas; la contradicción me alcanza de nuevo camino de la caja, exhausta, pago mi tributo, pacto con mi conciencia, me lo explico pero no me entiendo, y sigo sumisa el ritual trazado.
IKEA, evidentemente, me da las gracias.

18 comentarios:

pepa mas gisbert dijo...

Porque antes que vivir en la república independiente de nuestra casa, debemos encontrar la república independiente de nuestra alma.

Un abrazo

Contradictorios somos y esa contradicción nos permite seguir cuerdos.

Onminayas dijo...

No te fustiges por pecar... Sólo sois humanos. Yo te absuelvo...

Besos, Iliamehoy.

Onminayas dijo...

Perdón, perdón, perdón, por la falta de ortografía: quise decir fustigues. Me he descubierto a mí mismo: ya veis que no soy ningún dios, jajajaja...

Raúl dijo...

Es curioso. Según iba avanzando en la lectura, he ido descubríendo que el camino de flechas amarillas, no era precisamente el que seguía Dorothi. Y he sonreido.

virgi dijo...

No siempre seguimos las flechas que deseamos. También las marcadas por otros.
Entre unas y otras están nuestras contradiciones, para aceptarlas, sortearlas, odiarlas...quererlas!

Besos (todos vamos alguna vez a IKEA)

TORO SALVAJE dijo...

La Catedral de Ikea.
Millones de fieles fanáticos en todo el mundo.
Una religión de estar por casa.

Besos.

ybris dijo...

A mí con Ikea no me pasa.
Lo mío son las tiendas de electrónica.
Maldita conciencia.

Besos.

Plumalba dijo...

Yo, lo que los psicólogos conductictas llaman "the IKEA course", lo padezco en las librerías, especialmente si están bien proveídas y la elección es potencialmente infinita.

Anónimo dijo...

Tampoco le des tanta importancia, al fin y al cabo somos carne y hueso de donde sale un alma forjada en la carne y el hueso. Poco más.




John W.

June dijo...

Creo que fue Saramago quien dijo que quien no es capaz de contradecirse es porque es estúpido .
Así que disfruta de tus contradicciones.

Nuareg dijo...

El que no haya pecado en IKEA, que tire la primera piedra. Yo también lo he hecho, permitiendo que me traten como a un autómata en esa ruta de consumo, muchas veces superfluo, que es entrar en cualquiera de sus tiendas.

ALEX B. dijo...

Por si aun te has quedado con ganas hay una web de gente que tunea los muebles de IKEA, es tronchante y hay que ver como le da la gente al coco.No recuerdo muy bien como se llama iKea hakers o algo así.
un besito y ¿ quien no ha sucumbido ?

matrioska_verde dijo...

Te comprendo, a veces también me siento así, miserable por dejarme llevar por objetos o prendas de las que podría prescindir... es el tributo de vivir en el primer mundo.

Claro que somos contradictorios pero esa contradición significa que tenemos conciencia y que todavía pensamos en lo que hacemos bien y en lo que podíamos hacer mejor. Y por ese pensamiento es por el que hacemos actos generosos al margen de la seducción de Ikea o del cualquier otro nombre.

Al margen de la idea, el texto me parece como siempre muy bueno. Hacer de contar rutina un texto literario. Y eso es buenísimo, creo yo.

biquiños.

Antón Abad dijo...

Yo nunca voy a esos sitios, pero no se llame nadie a engaño, no lo hago por conciencia; por salvar a los pobres niños esclavos, o sentirme fuera de la media, lo hago porque, falto de fondos, sería una verdadera frustración no poderme llevar más que un felpudo. Me apasionan las soluciones asequibles que tienen muchos de estos sitios cuando uno tiene trabajo y por lo tanto capacidad de compra. En mi pasado recuerdo haber comprado esas cajas con cosas para armar, y con las piezas que me sobraron, me construí un muelle, un granero y una maqueta 1:10 del Louvre. No se eche el mundo a la espalda querida.

Antígona dijo...

Es demasiado difícil sustraerse a los engranajes que mueven este mundo, no colaborar en su funcionamiento, no contribuir poniendo un granito más en ese castillo de arena que a tantos aplasta.

Alguien dijo una vez, no recuerdo quien: "Respirar es pactar con el Estado". El contexto es otro pero el significado podría valer igualmente para la situación que describes.

Personalmente, me deprimen las grandes superficies, y ni tan siquiera tengo que pararme a pensar en la injusticia que sustenta todos los productos que ofrecen. Hay algo en esos grandes templos del consumismo, siempre poblados de numerosos fieles que practican exactamente los mismos rituales dictados por divinidades ocultas, que me produce una tremenda sensación de desolación. Lo cual no quiere decir que no los utilice cuando me veo obligada a formar parte de esa misma comunidad de fieles. El malestar que se me queda forma parte del tributo que pago.

Un beso!

Anónimo dijo...

Nunca lo había visto así, sino todo lo contrario; hoy estoy triste? pues me voy de tiendas y se me pasa... Jo, creo que ahora cada vez que vaya a una gran superficie me voy a acordar de este texto... Y no estoy molesta, te doy las gracias por darme otro punto de vista.
Saludos!

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Me hubiera gustado escribir esto. Muchas, muchas veces así lo siento.
Un beso.

Juanjo Montoliu dijo...

Nunca me había planteado ese paseo como tú lo haces, aunque la verdad es que siempre me he sentido prisionero de ese camino de líneas sin retorno, que tan bien nos has descrito.

Besos.